André Velásquez le ha dedicado más de una década a la práctica del wushu. Hoy, con medallas internacionales y un reciente reconocimiento de la Federación Peruana de Kung Fu, regresó al colegio para formar a las nuevas generaciones.
Cuando André Velásquez ingresó al taller de Wushu del colegio, con apenas seis años, no imaginaba que ese primer contacto con el arte marcial chino marcaría el rumbo de su vida. «El taller solo aceptaba a niños de tercer grado de primaria, pero insistí tanto que me dieron una semana de prueba», recuerda entre risas. Fue el inicio de una trayectoria de esfuerzo, constancia y triunfos que hoy lo colocan como uno de los referentes del wushu en el Perú.
André, exalumno del colegio, comenzó compitiendo en mini torneos escolares y fue escalando progresivamente hasta integrar el grupo de alto rendimiento. A los doce años ya participaba en campeonatos nacionales y, en 2005, clasificó a su primer Sudamericano en Buenos Aires, en el que obtuvo dos medallas de oro y una de plata. «Fue mi primera experiencia internacional y me hizo tomar conciencia de lo que significaba representar al Perú», comenta.
Desde entonces, su carrera no ha dejado de crecer. Participó en campeonatos panamericanos, mundiales y bolivarianos, enfrentando a atletas de élite de otros países. Entre sus recuerdos más significativos, está el Mundial de Kung Fu en China (2018), al que asistió junto a otros exalumnos del colegio. «Fue una experiencia muy especial, pues viajamos como equipo y nos fue muy bien», destaca.
Tras terminar el colegio, André postergó su ingreso a la universidad para dedicarse un año por completo al wushu, con la intención de cerrar su etapa como competidor. Sin embargo, las circunstancias y la pasión lo llevaron a mantenerse activo en el deporte, incluso durante sus estudios superiores. «Después de tantos años, el wushu ya no es solo un deporte; forma parte de mi vida», afirma.
Ese compromiso se ha visto recientemente recompensado con un reconocimiento oficial por parte de la Federación Peruana de Kung Fu, tras haber obtenido los puntajes más altos en el último campeonato nacional. «Es la primera vez que la federación hace un reconocimiento así, lo que nos motiva aún más a seguir esforzándonos», señala.
Actualmente, André está de vuelta en el colegio, esta vez como entrenador del taller de wushu. «Es una experiencia muy linda. Me siento como un hermano mayor para los chicos. Muchos me han visto competir y ahora entrenan conmigo», dice con emoción.
Para André, volver al colegio en este nuevo rol es cerrar un círculo. «Siempre tuve pendiente compartir mi experiencia con los más jóvenes, y hacerlo aquí, en el colegio que me formó, es muy especial», finaliza.
