Una delegación de 14 colaboradores de nuestro colegio participó en Mollendo, Arequipa, en un encuentro formativo que reflexionó sobre el rol del maestro franciscano, la economía circular, el cuidado de la creación y el compromiso educativo desde la espiritualidad de San Francisco.
Del 31 de julio al 2 de agosto, Mollendo (Arequipa) fue sede del XXIII Congreso Nacional de Educadores Franciscanos, evento que reunió a docentes y psicólogos de las provincias franciscanas de los 12 Apóstoles de diversas regiones del país. Bajo el lema: Maestros Franciscanos comprometidos al cuidado de la Creación de Dios con amor y esperanza, el encuentro se convirtió en un espacio de diálogo, aprendizaje y renovación de la vocación educativa.
Nuestro colegio participó con una delegación de 14 colaboradores, entre docentes y psicólogos, que asistieron a conferencias magistrales, talleres de aplicación, espacios de reflexión y actividades formativas. La subdirectora de Secundaria, Miss Nérida Ponce, destacó que las metas del congreso fueron «fortalecer la identidad franciscana de nuestros educadores a través del intercambio de experiencias, profundizar en los desafíos de la realidad educativa nacional desde una mirada franciscana y renovar el compromiso de educar con esperanza promoviendo una pedagogía del cuidado».
Durante las jornadas, se abordaron temas como la economía circular, el cuidado de la casa común, la sustentabilidad, los 800 años del Cántico de las Criaturas y la integración del enfoque por competencias en la educación franciscana. La reflexión giró en torno a la responsabilidad de los docentes como «peregrinos de la esperanza» y a la contribución de las escuelas franciscanas en la construcción de una cultura de paz y respeto por la creación.
Miss Nérida resaltó que la experiencia fue enriquecedora por el contacto fraterno con educadores de otras instituciones franciscanas del país, lo que permitió «compartir miradas, fortalecer la vocación docente y reafirmar nuestro compromiso con una educación transformadora centrada en el cuidado de la vida, la creación y el otro».
Este congreso no solo dejó aprendizajes pedagógicos, sino también una profunda reafirmación del espíritu franciscano como motor para seguir formando generaciones con amor, esperanza y respeto por la obra de Dios.